«Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».
Cuando Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo” se estaba definiendo a Sí mismo. Él estaba diciendo: “Yo sé quién soy”. Más de 18 veces en la Biblia, Jesús dice, “Yo soy” y luego da una descripción. Él mismo se describió como la puerta, el pan de vida, el camino, la verdad, la resurrección y la vida. Una y otra vez, Él mismo se define. Jesús sabía quién era y, en consecuencia, no estaba bajo presión. ¿Y tú? ¿Sabes quién eres? Escuchemos juntos una historia:
Una joven enferma estaba agonizando. De pronto, tuvo la sensación de que era llevada al cielo y presentada ante un Tribunal. “¿Quién eres?”, dijo una Voz. “Soy la hija de Pedro y Ana”, respondió ella. “Te he preguntado quién eres, no quiénes son tus padres”. “Soy la amiga de Lucía y Juan”. “Te he preguntado quién eres, no cuántos amigos tienes”. “Soy una estudiante”. “Te he preguntado quién eres, no a qué te dedicas”. Y así sucesivamente. Respondiera lo que respondiera, no parecía poder dar una respuesta satisfactoria a la pregunta “¿Quién eres?”. “Soy una cristiana”. “Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión”. “Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados”. “Te he preguntado quién eres, no lo que hacías”. No encontraba la respuesta adecuada y por eso, fue enviada de vuelta a la tierra. Cuando se recuperó de su enfermedad, tomó la determinación de averiguar quién era. Y, desde entonces, todo para ella fue diferente.
Recuerda. Tu obligación es Ser. No ser un personaje, ni ser un don nadie, porque ahí hay mucho de codicia y ambición. Ni ser esto o lo de más allá, porque eso condiciona mucho. Sino simplemente Ser.
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