Vivir el domingo: Festividad de Todos los Santos

MATEO 5, 1-12
Al ver Jesús las multitudes subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos. Él tomó la palabra y se puso a enseñarles así:
Dichosos los que eligen ser pobres, porque sobre ésos reina Dios.
Dichosos los que sufren, porque ésos van a recibir el consuelo.
Dichosos los sometidos, porque ésos van a heredar la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de esa justicia, porque ésos van a ser saciados.
Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos van a recibir ayuda.
Dichosos los limpios de corazón, porque ésos van a ver a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque a ésos los va a llamar Dios hijos suyos.
Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque sobre ésos reina Dios.
Dichosos vosotros cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo por causa mía.
Estad alegres y contentos, que grande es la recompensa que Dios os da.

CREER EN EL CIELO

En esta fiesta cristiana de «Todos los Santos», quiero decir cómo entiendo y trato de vivir algunos rasgos de mi fe en la vida eterna. Quienes conocen y siguen a Jesucristo me entenderán.
Creer en el cielo es para mí resistirme a aceptar que la vida de todos y de cada uno de nosotros es solo un pequeño paréntesis entre dos inmensos vacíos. Apoyándome en Jesús, intuyo, presiento, deseo y creo que Dios está conduciendo hacia su verdadera plenitud el deseo de vida, de justicia y de paz que se encierra en la creación y en el corazón da la humanidad.
Creer en el cielo es para mí rebelarme con todas mis fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que solo han conocido en esta vida miseria, hambre, humillación y sufrimientos, quede enterrada para siempre en el olvido. Confiando en Jesús, creo en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Por fin podré ver a los que vienen en las pateras llegar a su verdadera patria.
Creer en el cielo es para mí acercarme con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, minusválidos físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión y la angustia, cansadas de vivir y de luchar. Siguiendo a Jesús, creo que un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total. Escucharán las palabras del Padre: Entra para siempre en el gozo de tu Señor.
No me resigno a que Dios sea para siempre un «Dios oculto», del que no podamos conocer jamás su mirada, su ternura y sus abrazos. No me puedo hacer a la idea de no encontrarme nunca con Jesús. No me resigno a que tantos esfuerzos por un mundo más humano y dichoso se pierdan en el vacío. Quiero que un día los últimos sean los primeros y que las prostitutas nos precedan. Quiero conocer a los verdaderos santos de todas las religiones y todos los ateísmos, los que vivieron amando en el anonimato y sin esperar nada.
Un día podremos escuchar estas increíbles palabras que el Apocalipsis pone en boca de Dios: «Al que tenga sed, yo le daré a beber gratis de la fuente de la vida». ¡Gratis! Sin merecerlo. Así saciará Dios la sed de vida que hay en nosotros.

José Antonio Pagola

¿Cómo reconocer a los discípulos de Jesús?

¿Cómo reconocer a los verdaderos discípulos de Jesús? ¿Cuál es la manera más efectiva de incentivar a otros a que también lo sigan? ¿Cómo sanar heridas y acabar con los enfrentamientos violentos? Francisco sostiene que solo hay una respuesta para todos estos interrogantes: el amor.

"El mundo está lacerado por las guerras y la violencia, o herido por un difuso individualismo que divide a los seres humanos y los enfrenta unos contra otros en pos del propio bienestar. En diversos países resurgen enfrentamientos y viejas divisiones que se creían en parte superadas.

A los cristianos de todas las comunidades del mundo, quiero pedirles especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo se cuidan unos a otros, cómo se dan  aliento mutuamente y cómo se acompañan: «En esto reconocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis unos a otros» (Jn 13,35).

Es lo que con tantos deseos pedía Jesús al Padre: «Que sean uno en nosotros […] para que el mundo crea» (Jn 17,21). ¡Atención a la tentación de la envidia! ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto! Pidamos la gracia de alegrarnos con los frutos ajenos, que son de todos."

Evangelii Gaudium (II. No a la guerra entre nosotros)

Pide y se te dará

Señor te pido me des:
energía para luchar,
grandeza de alma para amar.
nobleza para no ser indigno.

Rebeldía contra las malas pasiones,
sinceridad para no ser hipócrita,
ardor para vivir mi ideal cristiano,
dignidad para ser persona.

Perseverancia para estudiar con constancia,
alegría para saber vivir,
valor para confesar tu verdad,
espíritu de sacrificio para ser más fuerte.

Luz para conocer mis defectos,
entusiasmo para ser tu apóstol,
fortaleza para ser constante;
Aliento para perseverar en tu gracia,
valentía para dar testimonio de Vos,
amor para quererte con lealtad total.

Todo, Señor, aunque me duela,
porque te amo!  Amén.

Padre, me abandono en tus manos

Padre, me abandono en tus manos,
el abandonarse es un compromiso sólo con,
y en la madurez de Cristo Jesús.

Es un dejarme ir.
es una ruptura con las cuerdas por las cuales
manipulo, controlo, administro,
la fuerza de mi propia vida.
El abandonarse es no manejar nada,
no esperar nada,
el abandonarse es recibir todas las cosas
de manera en que uno recibe un regalo
con las manos abiertas,
y el corazón abierto.

El abandonarse es ser dirigido,
no por las necesidades humanas, sino por Vos,
el abandonarse es más que un compromiso,
es no hacer nada para Vos, sino dejar que
todo sea hecho por Vos.

El abandonarse se hace solamente en la
esperanza de que Tu vida rodee
todas mis y las cosas,
de que venga Tu Reino,
de que Tu voluntad sea cumplida.

¡Amén!

Nada te turbe

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.

La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.

A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
Que siempre dura; Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
Bondad inmensa;
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.

Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.

Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;
Id, dichas vanas;
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.    
                                                    
Santa Teresa de Ávila

Vivir el Domingo 30º del Tiempo Ordinario, ciclo B

Marcos 10,46-52:
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.» Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.» Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.» Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

CURARNOS LA CEGUERA

     ¿Qué podemos hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? ¿Es posible reaccionar? ¿Podemos salir de la indiferencia? Marcos narra la curación del ciego Bartimeo para animar a sus lectores a vivir un proceso que pueda cambiar sus vidas.
     No es difícil reconocernos en la figura de Bartimeo. Vivimos a veces como «ciegos», sin ojos para mirar la vida como la miraba Jesús. «Sentados», instalados en una religión convencional, sin fuerza para seguir sus pasos. Descaminados, «al borde del camino» que lleva Jesús, sin tenerle como guía de nuestras comunidades cristianas.
     ¿Qué podemos hacer? A pesar de su ceguera, Bartimeo «se entera» de que, por su vida, está pasando Jesús. No puede dejar escapar la ocasión y comienza a gritar una y otra vez: «ten compasión de mí». Esto es siempre lo primero: abrirse a cualquier llamada o experiencia que nos invita a curar nuestra vida.
     El ciego no sabe recitar oraciones hechas por otros. Sólo sabe gritar y pedir compasión porque se siente mal. Este grito humilde y sincero, repetido desde el fondo del corazón, puede ser para nosotros el comienzo de una vida nueva. Jesús no pasará de largo.
     El ciego sigue en el suelo, lejos de Jesús, pero escucha atentamente lo que le dicen sus enviados:«¡Ánimo! Levántate. Te está llamando». Primero, se deja animar abriendo un pequeño resquicio a la esperanza. Luego, escucha la llamada a levantarse y reaccionar. Por último, ya no se siente solo: Jesús lo está llamando. Esto lo cambia todo.
     Bartimeo da tres pasos que van a cambiar su vida. «Arroja el manto» porque le estorba para encontrarse con Jesús. Luego, aunque todavía se mueve entre tinieblas, «da un salto» decidido. De esta manera «se acerca» a Jesús. Es lo que necesitamos muchos de nosotros: liberarnos de ataduras que ahogan nuestra fe; tomar, por fin, una decisión sin dejarla para más tarde; y ponernos ante Jesús con confianza sencilla y nueva.
     Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, el ciego no duda. Sabe muy bien lo que necesita: «Maestro, que pueda ver». Es lo más importante. Cuando uno comienza a ver las cosas de manera nueva, su vida se transforma. Cuando una comunidad recibe luz de Jesús, se convierte.

José Antonio Pagola

¿Por qué nos sentimos siempre cansados?

"El problema no es siempre el exceso de actividades, sino sobre todo las actividades mal vividas, sin las motivaciones adecuadas, sin una espiritualidad que impregne la acción y la haga deseable. De ahí que las tareas cansen más de lo razonable, y a veces enfermen.
No se trata de un cansancio feliz, sino tenso, pesado, insatisfecho y, en definitiva, no aceptado. Esta acedia pastoral puede tener diversos orígenes. 
Algunos caen en ella por sostener proyectos irrealizables y no vivir con ganas lo que buenamente podrían hacer. Otros, por no aceptar la costosa evolución de los procesos y querer que todo caiga del cielo. Otros, por apegarse a algunos proyectos o a sueños de éxitos imaginados por su vanidad. Otros, por perder el contacto real con el pueblo, en una despersonalización de la pastoral que lleva a prestar más atención a la organización que a las personas, y entonces les entusiasma más la «hoja de ruta» que la ruta misma. Otros caen en la acedia por no saber esperar y querer dominar el ritmo de la vida. 
El inmediatismo ansioso de estos tiempos hace que los agentes pastorales no toleren fácilmente lo que signifique alguna contradicción, un aparente fracaso, una crítica, una cruz."

Evangelii Gaudium (II. No a la acedia egoísta)

Discurso del Papa Francisco en los 50 años del Sínodo de los Obispos: 20 frases

EXTRAORDINARIO discurso del Papa Francisco en los 50 años del Sínodo de los Obispos: las 20 frases más emblemáticas y el discurso completo

Francisco pide una Iglesia sinodal, descentralizada, servidora, que escucha más que habla y que cuenta con el pueblo de Dios y reitera su idea y urgencia de pensar en una “conversión del papado”.

SELECCIÓN DE LAS PRINCIPALES 20 FRASES DEL DISCURSO

1.- Desde el Concilio Vaticano II a la actual Asamblea sinodal sobre la familia, hemos experimentado de manera poco a poco más intensa la necesidad y la belleza de “caminar juntos”.

2.- Desde el inicio de mi ministerio como Obispo de Roma he intentado valorizar el Sínodo, que constituye una de las herencias más preciosas de la última reunión conciliar.

3.- Este instrumento (el Sínodo) podrá aun ser mejorado. Quizás la colegial responsabilidad pastoral puede expresarse en el Sínodo aún más plenamente.

4.- El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio.

5.- Ha sido esta convicción a guiarme cuando he deseado que el Pueblo de Dios viniera consultado en la preparación de la doble cita sinodal sobre la familia.

6.- Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia que escuchar “es más que oír”. Es una escucha reciproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, Colegio Episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo.

7.- El camino sinodal culmina en la escucha del Obispo de Roma, llamado a pronunciarse como “Pastor y Doctor de todos los cristianos”: no a partir de sus convicciones personales, sino como testigo supremo de la fides totius Ecclesiae, “garante de la obediencia y de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y a la tradición de la Iglesia”.

8.- El hecho de que el Sínodo actué siempre cum Petro et sub Petro – por lo tanto no sólo cum Petro, sino también sub Petro – no es una limitación de la libertad, sino una garantía de la unidad.

9.- Si comprendemos que, como dice San Juan Crisóstomo, “Iglesia y Sínodo son sinónimos”  –porque la Iglesia no es otra cosa que el “caminar juntos” de la Grey de Dios por los senderos de la historia que sale al encuentro de a Cristo Señor–entendemos también que en su interior nadie puede ser “elevado” por encima de los demás. Al contrario, en la Iglesia es necesario que alguno “se abaje” para ponerse al servicio de los hermanos a lo largo del camino.

10.- Por esto, quienes ejercen la autoridad se llaman “ministros”: porque, según el significado originario de la palabra, son los más pequeños de todos.

11.- Para los discípulos de Jesús, ayer, hoy y siempre, la única autoridad es la autoridad del servicio, el único poder es el poder de la cruz.

12.- El primer nivel de ejercicio de la sinodalidad se realiza en las Iglesias particulares.

13.- El segundo nivel es aquel de las Provincias y de las Regiones Eclesiásticas, de los Consejos Particulares y, en modo especial, de las Conferencias Episcopales.

14.- En una Iglesia sinodal, como ya  afirmé, “no es oportuno que el Papa sustituya a los Episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, advierto la necesidad de proceder a una saludable descentralización”.

15.- El último nivel es aquel de la Iglesia universal. Aquí el Sínodo de los Obispos, representando al episcopado católico, se transforma en expresión de la colegialidad episcopal al interno de una Iglesia toda sinodal.

16.- El compromiso de edificar una Iglesia sinodal –misión a la cual todos estamos llamados, cada uno en el papel que el Señor le confía– está grávido de implicaciones ecuménicas.

17.- Estoy convencido de que, en una Iglesia sinodal, también el ejercicio del primado Petrino recibirá mayor luz. El Papa no está, por sí mismo, por encima de la Iglesia; sino dentro de ella como Bautizado entre los Bautizados y dentro del Colegio episcopal como Obispo entre los Obispos, llamado a la vez, como Sucesor del apóstol Pedro- a guiar a la Iglesia de Roma, que preside en el amor a todas las iglesias.

18.- Mientras reitero la necesidad y la urgencia de pensar a «una conversión del papado», de buen grado repito las palabras de mi predecesor el Papa Juan Pablo II: “Como Obispo de Roma soy consciente […], que la comunión plena y visible de todas las Comunidades, en las que gracias a la fidelidad de Dios habita su Espíritu, es el deseo ardiente de Cristo. Estoy convencido de tener al respecto una responsabilidad particular, sobre todo al constatar la aspiración ecuménica de la mayor parte de las Comunidades cristianas y al escuchar la petición que se me dirige de encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva”.

19.- Nuestra mirada se extiende también a la humanidad. Una Iglesia sinodal es como un emblema levantado entre las naciones (cfr. Is 11, 12) en un mundo que – aun invocando participación, solidaridad y la transparencia en la administración de la cosa pública – a menudo entrega el destino de poblaciones enteras en manos codiciosas de pequeños grupos de poder.

20.- Como Iglesia que “camina junto” a los hombres, partícipe de las dificultades de la historia, cultivamos el sueño que el redescubrimiento de la dignidad inviolable de los pueblos y de la función de servicio de la autoridad podrán ayudar a la sociedad civil a edificarse en la justicia y la fraternidad, generando un mundo más bello y más digno del hombre para las generaciones que vendrán después de nosotros.

La solidaridad

"La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. 
La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde. Estas convicciones y hábitos de solidaridad, cuando se hacen carne, abren camino a otras transformaciones estructurales y las vuelven posibles. 
Un cambio en las estructuras sin generar nuevas convicciones y actitudes dará lugar a que esas mismas estructuras tarde o temprano se vuelvan corruptas, pesadas e ineficaces."

Evangelii Gaudium (IV. Unidos a Dios escuchamos un clamor)

Maestros del amor de Jesús

Francisco te desafía hoy a asumir una popuesta hermosa: Se trata de descubrir a un maestro en cada hermano necesitado. Porque son ellos, los más pobres, quienes pueden enseñar más justamente acerca del sufrimiento de Aquel que se hizo pobre por amor.

"Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera misericordia». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo» (Flp 2,5).

Inspirada en ella, la Iglesia hizo una opción por los pobres entendida como una «forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia». Esta opción —enseñaba Benedicto XVI— «está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza».

Por eso quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos."

Evangelii Gaudium (II. No a la mundanidad espiritual)

Adviento 2015. Fano

Captura de pantalla 2015-10-19 a las 9.21.24Algunos diréis que es muy pronto para hablar ya de Adviento. Por experiencia, os podemos decir que hay que ir preparando ya los materiales para que esté todo listo para el primer Domingo de Adviento.
Un Adviento de Cine
Vamos a vivir un Adviento de cine, porque la Estrella que nos va a iluminar y que vamos a ir montando domingo tras domingo, la que nos va a orientar, es el propio Jesús. Jesús es la  Estrella de los cristianos.
Aquí lleváis el guión que ha preparado Patxi V. Fano:
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Aquí está la Estrella completa a color y en blanco y negro:
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Y, ahora, vamos por partes, domingo a domingo, hasta llegar a Navidad.
Primer Domingo de Adviento
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1 DOMINGO DE ADVIENTO BN
Segundo Domingo de Adviento
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2 DOMINGO DE ADVIENTO BN
Tercer Domingo de Adviento
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3 DOMINGO DE ADVIENTO BN
Cuarto Domingo de Adviento
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4 DOMINGO DE ADVIENTO BN


Y… Navidad.
NAVIDAD 2015 - COLOR
NAVIDAD 2015

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Como el lápiz. Paulo Coelho

Paisajes de otoño: Regresar al jardín














En las primeras páginas de la Biblia vemos al ser humano viviendo en comunión y armonía con las cosas creadas, en medio de un hermoso jardín. Siempre he pensado que esta sencilla imagen esconde verdades muy profundas de la condición humana.

Adán y todos sus hijos estamos ligados a todo lo que respira y existe, somos hermanos del polvo mismo de la tierra, filogenéticamente descendemos de esa masa de materia y energía que después de millones de año dio origen al milagro de la vida.

Nuestro laboratorio fue un jardín, de allí venimos, y por él suspiramos muchas veces.

El pecado rompió esa koinonia de amor entre nosotros y el resto de las criaturas. Surgieron civilizaciones que transformaron radicalmente el paisaje, y a medida que hemos ido creciendo en tecnología, y se han ido expandido las fuerzas productivas, nos fuimos separando del contacto directo con la naturaleza. 

Nuestro desarrollo científico-técnico es impresionante, ¡qué duda cabe!, pero nos hemos convertido en engranajes de una gran máquina. Hemos cifrado el objetivo de la vida humana en la acumulación e intercambio de bienes y servicios, y, paradójicamente, la mayoría de la humanidad tiene que luchar cada día en una economía de subsistencia para lograr siquiera el pan cotidiano.

En medio de los efectos demoledores de esta sociedad que nos homogeneíza y cosifica, que nos reduce al papel de consumidores, se infiltra la melancolía y el sin sentido del para qué todo este proceso que nosotros mismos hemos desencadenado. Rumiamos nuestra soledad en estrechos edificios de apartamentos y vivimos el tiempo del trabajo como un castigo. A veces distraemos nuestros dolores en los mundos virtuales que hemos creado, una realidad ilusoria y la mayoría de las veces insustancial. 

Recuerdo ahora, por ejemplo, mis estancias en el norte de Europa, en países con un nivel de vida que ya quisieran muchos, esos ambientes sombríos, de gentes solas, encerradas en sí mismas,  con un deje melancólico en el rostro.

En medio de nuestra deshumanización, sentimos nostalgia por volver al jardín primero, por recuperar lo bello que hay en nosotros.

La contemplación de la belleza del paisaje despierta lo bello, lo bueno y lo verdadero que late en cada corazón humano.

Porque la belleza nos humaniza, nos ayuda a recuperar los sentidos espirituales que tenemos francamente embotados.

Recuperar la sorpresa del primer Adán ante la hermosura inicial de las cosas, tener ojos de niño y admirarse ante las maravillas policromáticas del otoño, sumergiéndonos en el espectáculo de un atardecer, sintiendo la hierba fresca deslizarse en nuestras manos, escuchando el canto de los pájaros y el suave susurro del viento sobre las hojas del árbol.

En una palabra, regresar al jardín.

@elblogdemarcelo

Señor, a Ti te busco


¡Quiero anunciar tu Amor!

"La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más. Pero ¿Qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer? Si no sentimos el intenso deseo de comunicarlo, necesitamos detenernos en oración para pedirle a Él que vuelva a cautivarnos. Nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial.

Puestos ante Él con el corazón abierto, dejando que Él nos contemple, reconocemos esa mirada de amor que descubrió Natanael el día que Jesús se hizo presente y le dijo: «Cuando estabas debajo de la higuera, te vi» (Jn 1,48). ¡Qué dulce es estar frente a un crucifijo, o de rodillas delante del Santísimo, y simplemente ser ante sus ojos! ¡Cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva!

Entonces, lo que ocurre es que, en definitiva, «lo que hemos visto y oído es lo que anunciamos» (1 Jn 1,3). La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás."
  
Evangelii Gaudium (V. El encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva) 

¿Dónde está tu hermano?

"Siempre me angustió la situación de los que son objeto de las diversas formas de trata de personas. Quisiera que se escuchara el grito de Dios preguntándonos a todos: «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). 
¿Dónde está tu hermano esclavo? ¿Dónde está ese que estás matando cada día en el taller clandestino, en la red de prostitución, en los niños que utilizas para mendicidad, en aquel que tiene que trabajar a escondidas porque no ha sido formalizado? No nos hagamos los distraídos. 
Hay mucho de complicidad ¡La pregunta es para todos! En nuestras ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda."

Evangelii Gaudium (IV. La inclusión social de los pobres)

Quiero ser eco de Tu voz

Tu también estás invitado a ser discípulo de Jesús y a difundir con entusiasmo el Evangelio. Pero ¿Qué necesitás para ser un buen misionero? Basta que estés convencido de la presencia de Jesús en tu corazón y en tu vida, para anunciarlo a los que no lo conocen aún ¡Dejá que el Señor le de sentido a tu camino y guíe tu acción evangelizadora!

"Pero esa convicción se sostiene con la propia experiencia, constantemente renovada, de gustar su amistad y su mensaje. No se puede perseverar en una evangelización fervorosa si uno no sigue convencido, por experiencia propia, de que no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo.

No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón. Sabemos bien que la vida con Él se vuelve mucho más plena y que con Él es más fácil encontrarle un sentido a todo. Por eso evangelizamos.

El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera. Si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie."

Evangelii Gaudium (V. El encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva) 

Que sea presencia (Oración)


Señor, que sea presencia,
para que hable de Tí sin nombrarte;
que sepa callar cuando es preciso con el gesto que reemplace la palabra.

Que sea presencia con la luz que ilumina el lenguaje del silencio
y voz, que surgiendo de la vida, no habla.

Que sea presencia para decirle a los demás que estamos cerca,
aunque sea grande la distancia que separa.

Que sea presencia para intuir la esperanza de los otros y simplemente, llenarla.

Que sea presencia para sufrir con el que sufre y desde dentro, mostrarle que Dios
cura nuestras llagas.

Que sea presencia riendo con el que ríe y alegrándome con el gozo del hermano porque ama.

Que sea presencia para  gritar con la fuerza del Espíritu
la verdad que desde Dios siempre nos salva.

Que sea presencia para vivir expuesto y sin armas, confiando ciegamente en tu Palabra.

Que sea presencia para llevar el “desierto” a los hermanos,
que es compartir tu Misterio y decirles que los amas.

Que sea presencia para escuchar tu lenguaje en silencio,
y para“ver” por ellos cuando la fe pareciera que se apaga.

Que sepa ser presencia, Señor, para saber esperar tu tiempo
sin apresuramientos y con calma.

Ser presencia para dar serenidad con una paz muy honda,
y vivir la tensión del desconcierto
en una Iglesia que, porque crece, cambia.

Ser presencia para abrirme a los “signos de los tiempos”
manteniéndome fiel a tu Palabra.

En fin, ser presencia Señor, para continuar siendo peregrino
en el camino poblado de hermanos,
gritando en silencio que estás vivo
y que nos tienes tomados de la mano.

Cardenal Eduardo Pironio

Cicatrices del alma

En un día caluroso de verano en el sur de Florida, un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró al agua y nadaba feliz. Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana. De repente vio con horror algo que sucedería... ¡un enorme lagarto se acercaba a espaldas de su hijo! Corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.

Oyéndole, el niño se alarmó, miró hacia atrás y empezó a nadar
rápidamente hacia su mamá. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos... justo cuando el lagarto le agarraba, con sus afilados dientes, sus pequeñas piernas.

La mujer trataba de sacar las piernas de su pequeño con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.

Un señor que pasaba por el lugar, escuchó los gritos, se apresuró hacia el muelle con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.

Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levanto la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y dijo: "Pero las que usted debe de ver son estas". Eran las marcas en sus brazos de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza... "Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".

Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros pecados, pero algunas son la huella de Dios que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal.

Dios te bendiga siempre y recuerda que... si te ha dolido alguna vez el alma, en aquella ocasión Dios te agarró sumamente fuerte para que no caigas.

El abeto y el espino

Disputaban entre sí el abeto y el espino. Se jactaba el abeto diciendo:
-Soy hermoso, esbelto y alto, y sirvo para construir las naves y los techos de los templos. ¿Cómo tienes la osadía de compararte a mí?
-¡Si recordaras-replicó el espino- las hachas y las sierras que te cortan, preferirías la suerte del espino!

Busca siempre la buena reputación pues es una gran honra, pero sin jactarte por ello,  y también cuídate de los que quieren aprovecharse de ella para su propio provecho.

El valor de los amigos (Video)

Trabajo en Equipo (Los bichos)

Vivir el Domingo 29º del Tiempo ordinario, ciclo B

Marcos 10,35-45:
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: «¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: «Lo somos.» Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.» Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»

NADA DE ESO ENTRE NOSOTROS

     Camino de Jerusalén, Jesús va advirtiendo a sus discípulos del destino doloroso que le espera a él y a los que sigan sus pasos. La inconsciencia de quienes lo acompañan es increíble. Todavía hoy se sigue repitiendo.
     Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, se separan del grupo y se acercan ellos solos a Jesús. No necesitan de los demás. Quieren hacerse con los puestos más privilegiados y ser los primeros en el proyecto de Jesús, tal como ellos lo imaginan. Su petición no es una súplica sino una ridícula ambición: «Queremos que hagas lo que te vamos a pedir». Quieren que Jesús los ponga por encima de los demás.
     Jesús parece sorprendido. «No sabéis lo que pedís». No le han entendido nada. Con paciencia grande les invita a que se pregunten si son capaces de compartir su destino doloroso.
     Cuando se enteran de lo que ocurre, los otros diez discípulos se llenan de indignación contra Santiago y Juan. También ellos tienen las mismas aspiraciones. La ambición los divide y enfrenta. La búsqueda de honores y protagonismos interesados rompen siempre la comunión de la comunidad cristiana. También hoy. ¿Qué puede haber más contrario a Jesús y a su proyecto de servir a la liberación de las gentes?
     El hecho es tan grave que Jesús «los reúne» para dejar claro cuál es la actitud que ha de caracterizar siempre a sus seguidores. Conocen sobradamente cómo actúan los romanos, «jefes de los pueblos» y «grandes» de la tierra: tiranizan a las gentes, las someten y hacen sentir a todos el peso de su poder. Pues bien, «vosotros nada de eso».
     Entre sus seguidores, todo ha de ser diferente: «El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos».
     La grandeza no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos que se ostentan. Quien ambiciona estas cosas, en la Iglesia de Jesús, no se hace más grande sino más insignificante y ridículo. En realidad, es un estorbo para promover el estilo de vida querido por el Crucificado. Le falta un rasgo básico para ser seguidor de Jesús.
     En la Iglesia todos hemos de ser servidores. Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana, no desde arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado, sino desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás. Nuestro ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para ser servido, sino para servir». Éste es el mejor y más admirable resumen de lo que fue él: SERVIR.

José Antonio Pagola

Que mi vida sea una alabanza a Ti

"Unidos a Jesús, buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama. En definitiva, lo que buscamos es la gloria del Padre; vivimos y actuamos «para alabanza de la gloria de su gracia» (Ef 1,6). Si queremos entregarnos a fondo y con constancia, tenemos que ir más allá de cualquier otra motivación. Éste es el móvil definitivo, el más profundo, el más grande, la razón y el sentido final de todo lo demás. Se trata de la gloria del Padre que Jesús buscó durante toda su existencia. Él es el Hijo eternamente feliz con todo su ser «hacia el seno del Padre» (Jn 1,18).

Si somos misioneros, es ante todo porque Jesús nos ha dicho: «La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto abundante» (Jn 15,8). Más allá de que nos convenga o no, nos interese o no, nos sirva o no, más allá de los límites pequeños de nuestros deseos, nuestra comprensión y nuestras motivaciones, evangelizamos para la mayor gloria del Padre que nos ama."

Evangelii Gaudium (V. El encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva) 

Santa Teresa de Jesús (15 octubre)

En esta fiesta de Santa Teresa rescato unas palabras del Mensaje del Papa Francisco con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa
Precisamente porque es madre de puertas abiertas, la Iglesia siempre está en camino hacia los hombres para llevarles aquel «agua viva» (cf. Jn 4,10) que riega el huerto de su corazón sediento. La santa escritora y maestra de oración fue al mismo tiempo fundadora y misionera por los caminos de España. Su experiencia mística no la separo del mundo ni de las preocupaciones de la gente. Al contrario, le dio nuevo impulso y coraje para la acción y los deberes de cada día, porque también «entre los pucheros anda el Señor» (Fundaciones 5,8). Ella vivió las dificultades de su tiempo -tan complicado- sin ceder a la tentación del lamento amargo, sino más bien aceptándolas en la fe como una oportunidad para dar un paso más en el camino. Y es que, «para hacer Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiempo» (Fundaciones 4,6). Hoy Teresa nos dice: Reza más para comprender bien lo que pasa a tu alrededor y así actuar mejor. La oración vence el pesimismo y genera buenas iniciativas (cf. Moradas VII, 4,6). ¡Éste es el realismo teresiano, que exige obras en lugar de emociones, y amor en vez de ensueños, el realismo del amor humilde frente a un ascetismo afanoso! Algunas veces la Santa abrevia sus sabrosas cartas diciendo: «Estamos de camino» (Carta 469,7.9), como expresión de la urgencia por continuar hasta el fin con la tarea comenzada. Cuando arde el mundo, no se puede perder el tiempo en negocios de poca importancia. ¡Ojalá contagie a todos esta santa prisa por salir a recorrer los caminos de nuestro propio tiempo, con el Evangelio en la mano y el Espíritu en el corazón!
«¡Ya es tiempo de caminar! » (Ana de San Bartolomé, Últimas acciones de la vida de santa Teresa). Estas palabras de santa Teresa de Ávila a punto de morir son la síntesis de su vida y se convierten para nosotros, especialmente para la familia carmelitana, sus paisanos abulenses y todos los españoles, en una preciosa herencia a conservar y enriquecer.
La santa andariega nos recuerda que hay que estar siempre en camino. Que si nos cansamos tenemos un buen lugar al que acudir a refugiarnos: venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.

Vuestro hermano y amigo
Óscar Romano, cmf.

Dibujos Fano (Santa Teresa de Jesús)

Dibujos de Fano V CENTENARIO NACIMIENTO SANTA TERESA DE JESÚS