MARCOS 13, 24-32
Ahora bien, en aquellos días, después
de aquella angustia, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo y las
potencias que están en el cielo vacilarán (Dn 7,13-14). Y entonces verán llegar
al Hijo del hombre entre nubes, con gran potencia y gloria, y entonces enviará a los ángeles y reunirá a
sus elegidos de los cuatro vientos, del confín de la tierra al confín del
cielo. De la higuera, aprended el sentido de la parábola: Cuando ya sus ramas
se ponen tiernas y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros: cuando veáis que esas
cosas están sucediendo, sabed que está cerca, a las puertas. Os aseguro que no
pasará esta generación antes que todo eso se cumpla. El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cambio, en lo referente al día aquel o la
hora, nadie entiende, ni siquiera los ángeles del cielo ni el Hijo, únicamente
el Padre.
CONVICCIONES CRISTIANAS
Poco
a poco iban muriendo los discípulos que habían conocido a Jesús. Los que
quedaban, creían en él sin haberlo visto. Celebraban su presencia invisible en
las eucaristías, pero ¿cuándo verían su rostro lleno de vida? ¿Cuándo se
cumpliría su deseo de encontrarse con él para siempre?
Seguían
recordando con amor y con fe las palabras de Jesús. Eran su alimento en
aquellos tiempos difíciles de persecución. Pero, ¿cuándo podrían comprobar la
verdad que encerraban? ¿No se irían olvidando poco a poco? Pasaban los años y
no llegaba el «Día Final» tan esperado, ¿qué podían pensar?
El
discurso apocalíptico que encontramos en Marcos quiere ofrecer algunas
convicciones que han de alimentar su esperanza. No lo hemos de entender en
sentido literal, sino tratando de descubrir la fe contenida en esas imágenes y
símbolos que hoy nos resultan tan extraños.
Primera
convicción: La historia apasionante de la Humanidad llegará un día a su fin
El
«sol» que señala la sucesión de los años se apagará. La «luna» que marca el
ritmo de los meses ya no brillará. No habrá días y noches, no habrá tiempo.
Además, «las estrellas caerán del cielo», la distancia entre el cielo y la
tierra se borrará, ya no habrá espacio. Esta vida no es para siempre. Un día
llegará la Vida definitiva, sin espacio ni tiempo. Viviremos en el Misterio de
Dios.
Segunda
convicción: Jesús volverá y sus seguidores podrán ver por fin su rostro
deseado: «verán venir al Hijo del Hombre»
El
sol, la luna y los astros se apagarán, pero el mundo no se quedará sin luz.
Será Jesús quien lo iluminará para siempre poniendo verdad, justicia y paz en
la historia humana tan esclava hoy de abusos, injusticias y mentiras.
Tercera
convicción: Jesús traerá consigo la salvación de Dios
Llega
con el poder grande y salvador del Padre. No se presenta con aspecto
amenazador. El evangelista evita hablar aquí de juicios y condenas. Jesús viene
a «reunir a sus elegidos», los que esperan con fe su salvación.
Cuarta
convicción: Las palabras de Jesús «no pasarán»
No
perderán su fuerza salvadora. Han de de seguir alimentando la esperanza de sus
seguidores y el aliento de los pobres. No caminamos hacia la nada y el vacío.
Nos espera el abrazo con Dios.
José Antonio Pagola
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