Jesús, tantas veces no te amé,
construí un muro de objeciones
alejándome de la posibilidad de amar.
Estaba perdido en un laberinto de excusas
que mareaban la chance de responderte sí.
Y así dejaba pasar la oportunidad de amar
con "peros" que sembraban dudas
y las dudas traían consigo temores
por lo que podría o no ser.
Replegaba mis pasos
convenciéndome en que alguien ya pasaría
y daría aquella respuesta;
me desligaba de Tu invitación que era para mí.
Señor, dame la gracia de arriesgarme,
que ya sé que es preferible sufrir por haber amado
que no por no haberlo hecho.
Renova las posibilidades de darme,
que más allá de cómo sea recibido,
siempre es fecundo porque
nada de lo amado se pierde.
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