Empléase al ver que una cosa toca a su término, y también cuando se oye o ve algo disparatado o absurdo.
Para Sbarbi, el dicho proviene de una historieta andaluza, bastante irreverente, que, según dicen ocurrió en el pueblo de Pitres (Granada).
Dos sacerdotes se apostaron a quién de ellos decía la misa en menos tiempo. Y como el uno oyera que el otro, en lugar del Introibo ad altare Dei, empezaba diciendo el Ite, Misa est, le dijo al monaguillo: Apaga y vámonos.
Montoto, en Un paquete de cartas, atribuye la anécdota a dos sacerdotes que optaban a una plaza de capellán castrense.
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