San Agustín Nació en el Siglo IV en un pueblecito el norte de África llamado Tagaste. Se bautizó en Milán.
Creció en una familia en la que se sintió muy querido. Su madre, Santa Mónica, intentó darle el amor que ella sentía por Dios y por todo lo que le rodeaba.
Era un joven con muchas inquietudes, al que le gustaba mucho profundizar en todo. Esa búsqueda, a los 19 años, le llevó a entablar amistad con los maniqueos, que hablaban de Jesús, pero no encontró con ellos la verdad que buscaba.
San Agustín estudió artes liberales y retórica en Cartago. Allí se enamoró y tuvo un hijo: Adeodato.
En el 375 volvió a Tagaste pero su madre no le acogió de buena manera, porque se había hecho maniqueo y se había unido a una mujer. En Tagaste dio clases de retórica.
Para él era muy importante la amistad. Tuvo grandes amigos, como Ambrosio, del cual le gustaba mucho como hablaba, aunque no le echase cuenta, el cual murió e hizo que San Agustín volviera a Cartago.
En el año 386 se convirtió al cristianismo, porque quería entregarse a la «sabiduría y vivir solo para Dios». San Agustín era un gran orador.
En el 386 se marcha con un grupo e amigos a Casiciaco, para vivir en común con ellos. Allí escribió libros como «Del orden» o «Soliloquios» (biografía para sus amigos).
Santa Mónica murió en el puerto romano de Ostia, cuando san Agusín tenía 33 años. Se fue a Hipona a fundar un monasterio, donde le eligen sacerdote para que ayude contra la doctrina donastita, y donde vivió la primitiva vida cristiana.. Le Nombró el obispo Valerio. También fue nombrado Obispo de Hipona en el año 395.
S.A. murió en el año 430 en Hipona.
«Quien viva con san Agustín, no tendrá más bien que a Dios.»
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