MARCOS 1, 1-8
Orígenes de la buena noticia de Jesús, Mesías,
Hijo de Dios. Como estaba escrito en el profeta Isaías:"Mira, envío mi
mensajero delante de ti; él preparará tu camino" (Éx 23,20; cf. Mal 3,1)
"una voz grita desde el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad
sus senderos" (Is 40,3), se presentó Juan Bautista en el desierto proclamando
un bautismo en señal de enmienda, para el perdón de los pecados. Fue saliendo
hacia él todo el país judío, incluidos todos los vecinos de Jerusalén, y él los
bautizaba en el río Jordán, a medida que confesaban sus pecados. Juan iba
vestido de pelo de camello, con una correa de cuero a la cintura, y comía
saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: - Llega detrás de mí el que es más
fuerte que yo, y yo no soy quién para agacharme y desatarle la correa de las
sandalias. Yo os he bautizado en agua, él os bautizará con Espíritu Santo.
CON JESÚS COMIENZA ALGO BUENO
A lo largo de
este nuevo año litúrgico, los cristianos iremos leyendo los domingos el
evangelio de Marcos. Su pequeño escrito arranca con este título: «Comienzo de
la buena noticia de Jesús, el Mesías, Hijo de Dios». Estas palabras nos
permiten evocar algo de lo que encontraremos en su relato.
Con Jesús
«comienza algo nuevo». Es lo primero que quiere dejar claro Marcos. Todo lo
anterior pertenece al pasado. Jesús es el comienzo de algo nuevo e
inconfundible. En el relato, Jesús dirá que «el tiempo se ha cumplido». Con él
llega la buena noticia de Dios.
Esto es lo que
están experimentando los primeros cristianos. Quien se encuentra vitalmente con
Jesús y penetra un poco en su misterio sabe que con él empieza una vida nueva,
algo que nunca había experimentado anteriormente.
Lo que
encuentran en Jesús es una «Buena Noticia». Algo nuevo y bueno. La palabra
«evangelio» que emplea Marcos es muy frecuente entre los primeros seguidores de
Jesús y expresa lo que sienten al encontrarse con él. Una sensación de
liberación, alegría, seguridad y desaparición de miedos. En Jesús se encuentran
con «la salvación de Dios».
Cuando alguien
descubre en Jesús al Dios amigo del ser humano, el Padre de todos los pueblos,
el defensor de los últimos, la esperanza de los perdidos, sabe que no
encontrará una noticia mejor. Cuando conoce el proyecto de Jesús de trabajar
por un mundo más humano, digno y dichoso, sabe que no podrá dedicarse a nada
más grande.
Esta Buena
Noticia es Jesús mismo, el protagonista del relato que va a escribir Marcos.
Por eso su intención primera no es ofrecernos doctrina sobre Jesús ni
aportarnos información biográfica sobre él, sino seducirnos para que nos
abramos a la Buena Noticia que solo podremos encontrar en él.
Marcos le
atribuye a Jesús dos títulos: uno típicamente judío; el otro, más universal.
Sin embargo, reserva a los lectores algunas sorpresas. Jesús es el «Mesías» al
que los judíos esperaban como liberador de su pueblo. Pero un Mesías muy
diferente del líder guerrero que muchos anhelaban para destruir a los romanos.
En su relato, Jesús es descrito como enviado por Dios para humanizar la vida y
encauzar la historia hacia su salvación definitiva. Es la primera sorpresa.
Jesús es «Hijo
de Dios», pero no dotado del poder y la gloria que algunos hubieran imaginado.
Un Hijo de Dios profundamente humano, tan humano que solo Dios puede ser así.
Solo cuando termine su vida de servicio a todos, ejecutado en una cruz, un
centurión romano confesará: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». Es
la segunda sorpresa.
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario