Si elegimos sentirnos bien, todos los días nos sobrarán motivos para sentirnos bien; si elegimos sentirnos mal, todos los días nos sobrarán razones para sentirnos mal. ¡Pensémoslo! Y tal vez descubramos que lo importante y decisivo no es lo que pasa fuera de uno sino lo que hacemos que suceda
dentro de uno mismo, y que no son los otros, las cosas o los acontecimientos
los que nos hacen sentir mal, sino nuestro modo de vivir frente a todo...
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