Ser profeta

Viniste, Señor, y los tuyos no te recibieron
Aún así, dejaste de ser Niño en Belén,
y seguiste marcando el rumbo de los hombres hacia Dios:
el amor, el servicio, la entrega
el perdón, la fraternidad y las buenas obras.

Una y otra vez, Señor,
existieron corazones obstinados a tu anuncio
mentes rebeldes a tu reinado
manos que se cerraron ante tu causa
pies que decidieron marcharse por otros caminos.

Pero Tú, Señor, a pesar de todo eso
mantuviste tu Palabra y tu mensaje:
“no he venido por mi propia cuenta”
Unos, percatándose de ello,
se abrieron en cuerpo y alma
Otros, a pesar de decenas de milagros,
de curaciones, prodigios y resurrecciones
de palabras pronunciadas con autoridad divina
optaron por mirar hacia otra parte.

Dinos entonces, Jesús,
cual es el secreto para ser profeta
sin tener miedo al qué dirán
o sin temor a ser crucificado.

Dinos entonces, Señor,
como mantenernos despiertos
en un mundo que pretende dormirnos

Dinos entonces, Cristo,
como seguir anunciando tu nombre
sin riesgo a sentirnos perdidos o rechazados.

Dinos entonces, Tú el más grande de los Profetas,
cómo llevar la esperanza, la paz
el nombre de Dios, la fuerza del Espíritu
a tantas puertas que se cierran como única respuesta.

Amén

Javier Leóz

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