Señor, necesitamos que toques la realidad de nuestras vidas,
para que nuestro vacío se llene de sentido,
y nuestra agua insípida se convierta en vino sabroso.
Necesitamos que toques nuestra vida de familia
nos haga ver que merece la pena dar sin esperar
respuesta, amar fiel e incondicionalmente a los
seres queridos por lo que son, y tal y como ellos son.
Necesitamos que toques nuestras relaciones
humanas y nos hagas superar cerrazones,
timideces, insensibilidades;
que nos hagas ver a aquellos a quienes a nuestro
lado "no les queda vino"..., es decir, les falta ilusión,
amistad, compañía, calor humano...
Esto sí sería llenar las tinajas de nuestra vida de
sabor y plenitud.
Que escuchemos a María, la que "estaba allí" y
la que está hoy también con nosotros.
Y nos dice: "Haced lo que él os diga"
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