Dichoso quien tiende su mano al necesitado.
Dichoso quien no sabe negar una ayuda.
Dichoso quien sabe amar y comprometerse.
Dichosos los que no temen
arriesgar todo por el Reino.
Dichosos los que saben cambiar
la rivalidad por la colaboración,
la indiferencia por la solidaridad,
la violencia por la cordialidad y el amor.
Ayúdanos, Señor,
a desterrar del corazón
el egoísmo que tantas veces lo envuelve.
Ayúdanos a no fracasar
en nuestro intento de estar atentos
al dolor de los demás.
Ayúdanos a saber mirar la realidad,
a descubrir la injusticia y la maldad.
Ayúdanos a ser mensajeros de esperanza,
a vivir entregados a los demás,
a vivir al servicio del Evangelio.
Tú sabes, Señor,
que nos duele ver tantos buenos deseos
que luego no hacemos fructificar.
Que nos duele tener las cosas claras en la mente
y no traducirlas en compromisos para transformar.
Haz fecundo, Señor, nuestro servicio.
Danos la fuerza del Espíritu
para que tu Palabra y nuestros deseos
lleguen a hacerse realidad.
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