Agregamos un toque de amor a las cosas que hacemos o decimos, trayendo gozo a aquellos que nos rodean con una simple sonrisa.
Si cada día hacemos un esfuerzo por ser mejores, más cuidadosos y agradables, entenderíamos que podemos así hacer un mundo mejor.
Si nos maravillamos con la diminuta semilla, que al ser plantada en el suelo crece hasta asombrarnos con su belleza. Y ver que en las pequeñas cosas que llenan la tierra, está el milagro más grande del mundo.
Cada flor, cada árbol, cada niño, son pruebas más allá de toda duda, de un poder más grande que nosotros. Las altas montañas, el viento que sopla, los alimentos que nos da la tierra...
Si entendiéramos esos pequeños milagros nos daríamos cuenta que la felicidad es algo que creamos en nuestras mentes, que nada tiene que ver con lo que hay "afuera".
Es simplemente despertar y comenzar el día contando nuestras bendiciones y elevando los ojos al cielo.
Es dejar de estar constantemente deseando lo que "nos falta" y hacer lo mejor de lo que si tenemos.
Porque rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita.
Porque es poniendo nuestra parte en lo que la vida nos da, que podemos encontrar contento, y felicidad también.
Quizás si... después de todo, el milagro existe!
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