La Anunciación | 25 marzo



El escultor, ya fallecido, Lorenzo Coullaut Varela, abuelo de Mª Teresa Iniesta Coullaut, realizó una gran obra que ocupa una de las salas del Museo del Prado (Madrid). La figura, de tamaño real, muestra a la madre de Dios en acogida a la llamada que le hizo. 

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Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

 María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás». 

María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?». 
Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible». 
Dijo María: «He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra.» Después la dejó el ángel. 

Lc 1,26-38.

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