Sueño que un día los hombres se levantarán y percibirán que están hechos para vivir unos con otros como hermanos.
Ese día seremos juzgados por lo que somos y no por el color de la piel, todos los hombres respetarán la dignidad y el valor del ser humano.
Aún sigo soñando que las fábricas se abrirán, los estómagos vacíos se saciarán y la fraternidad será algo más que las palabras de una oración; y éste será el primer asunto en los programas de gobierno.
La justicia será abundante como el agua, el derecho será como el caudal de un río y en todas las naciones y gobiernos serán elegidos hombres que practiquen la misericordia y sean humildes ante Dios.
Sigo soñando que un día la guerra llegará a su fin, los hombres transformarán las espadas en arados, las lanzas en hachas y las naciones no se levantarán unas contra otras, y no se estudiará más el arte de la guerra: el cordero y el león comerán juntos y todos los hombres podrán sentarse sobre su viña y nadie sentirá miedo.
Aquel día los valles serán exaltados, las montañas y las colinas serán aplanadas, La gloria del Señor será revelada. Aún sigo soñando que con toda esta fe que seremos capaces de derrotar al desespero y llevar una luz nueva a las cámaras oscuras del pesimismo; con esta fe apresuraremos la llegada del día en que habrá paz en la tierra y buena voluntad para todos los hombres, será un día de gloria: las estrellas de la mañana cantarán en coro y los hijos de Dios cantarán de alegría.
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