Trabajo, tareas de casa, cosas pendientes por hacer, situaciones que me preocupan...
¡Me siento apresada! Apenas tengo tiempo de respirar ¿existe el aire?... Me levanto queriendo hacer mil cosas y me acuesto sin hacer casi ninguna.
El tiempo pasa, las olas bailan, la calma interroga, el sol desaparece hasta el día siguiente, la luna de nuevo me visita... ¿y yo me quedo apresada en esa botella que va a la deriva? ¿qué mensaje llevo en su interior? ¿quién la encontrará? ¿a quién irá?
No veo barcos, no veo nada... ¿hacia donde voy?
Es necesario quitar el tapón, descorchar mi vida y nadar hacia el destino, ese destino que a veces da miedo pero que está lleno de sorpresas que me esperan para vivir desde la fe, el amor, la paz, la armonía interior y la esperanza.
No quiero que nada ni nadie me aprese, tan sólo quiero nadar dando grandes brazadas de libertad, de esa libertad que Dios me regala cada día.
Encar
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