Hemos finalizando la Cuaresma y estamos celebrando la Semana Santa.
Una de las tradiciones cristianas de este tiempo es recordar el Vía Crucis de Jesús: las distintas dificultades que experimento al llevar la cruz hasta el lugar en que fue crucificado.
HOY PENSAMOS UN POCO SOBRE LO QUE LOS CRISTIANOS ENTENDEMOS POR “LLEVAR LA CRUZ”.
”Tomaron, pues, a Jesús, y él cargando con su cruz salió al lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron” (Evangelio de Juan 19, 16-18).
Un joven ya no podía más con sus problemas. Cayó de rodillas, rezando:
- "Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada".
El señor, como siempre, le escuchó y le contestó:
- "Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras".
El joven suspiró aliviado. "Gracias, Señor" dijo, e hizo lo que le había dicho.
Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared.
"Señor", susurró, "quisiera esa que está allí".
Y el Señor contestó: "Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar".
Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor, y ver las cosas con las que se enfrentan los demás. Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas.
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