Don de fortaleza: Dios no hace las cosas a medias. Él es saber y poder. Él da el querer y el obrar. El querer es parte del obrar. El don de la fortaleza nos ayuda a ser fieles y perseverantes en la fe, sin dejarnos llevar por la desgana o por el qué dirán. La fortaleza es la actitud de quien se muestra firme y constante en la obediencia a Dios. El Espíritu me hace superar las dificultades, eludir los peligros, afrontar las persecuciones. Me da la fuerza de Dios para vivir y anunciar el Evangelio sin miedos ni complejos, transformándome en testigo arriesgado y audaz.
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