Evangelio del día 4 de agosto


EVANGELIO: Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes:
- «Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella.
Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
- «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista».
El rey lo sintió; pero por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.

CLAVES para la VIDA
- Si el día pasado era el rechazo de los paisanos de Nazaret lo que sufría el mismo Jesús, hoy, el relato evangélico, poniendo en conexión Juan Bautista y Jesús, nos adelanta que el rechazo puede llevar hasta la misma muerte del profeta. Si la coherencia y la valentía de Juan, el precursor, ha terminado en la muerte, a Jesús le puede ocurrir lo mismo. Y es que el profeta, de antes y de ahora, aquel que se propone ser luz y fermento de este mundo (al estilo de Juan, de Jesús y de tantos), es muy probable que sea víctima de la intolerancia, debido a que su testimonio denuncia un estilo de vida. Porque el profeta interpreta y vive las realidades de este mundo desde la perspectiva de Dios y se siente forzado a denunciar el desacuerdo entre lo que debería ser y lo que es, entre lo que Dios quiere y lo que los intereses de determinadas personas o grupos pretenden.
- La dimensión profética es parte de mi ser de creyente, de mi condición de hijo del mismo Padre. Y aquí la tarea es inmensa, si al menos quiero intentar la mínima coherencia de vida. Aquí está el meollo de mi compromiso cristiano; aquí está para mí la exigencia de mi condición de creyente enviado a ser anuncio (de la Buena Noticia) y denuncia de cuanto se opone al proyecto de Dios.

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