La corona de María
Quiero ser tu corona;
cuando pienses en Dios
piensa en mí.
Cuando hables a Dios
háblale de mí
Quiero ser tu corona
para que me tengas en tu pensamiento
y me hagas conquistar los tuyos
Quiero ser tu corona
para entender las cosas de Jesús
y hacerlas comprender al resto de los hombres
Quiero ser tu corona
para destellar con luz del cielo
en el tosco suelo de la tierra
Quiero ser tu corona, María,
¿me dejas? ¿Soy el diamante que Tú necesitas?
Cógeme, Madre,
y si ves que no brillo lo suficiente
que tengo frío en el alma
que no defiendo la causa de los pobres
que tiemblo ante los afanes de cada día
que tengo más riqueza por fuera que por dentro
¡Tiéndeme en el crisol que en el cielo se encuentra!
para que así y sólo entonces,
pueda formar parte de esa gran corona
que se funde -no oro ni con plata-
sino con aquel otro metal invisible
que el Espíritu fecunda por nuestra fe:
amor a Dios y amor a los hermanos.
Amén.
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