Qué bonito sería, Señor,
si todos los hombres de todas las naciones
se pusieran a cantar.
Qué bonito sería, Señor,
si todas las razas de todas las naciones
se pusieran a cantar.
Qué bonito sería, Señor,
el canto de todos los hombres unidos,
y las voces de todas los hombres unidas:
pues la voces no tienen color.
Qué bonito sería, Señor,
si las manos se juntaran todas
y los ojos se juntasen todos
y los pasos se dieran a la vez.
Qué bonito sería, Señor,
si todos los hombres acuñáramos
en el asfalto de la carretera,
en el campo que se dijo de batalla,
en el camino de los mares y de muertes,
en los espacios, sin límites,
la palabra amor.
Qué bonito sería, Señor,
si todos los hombres plantáramos rosas
por las puertas, por las ventanas,
por los rostros en tristeza.
Y nosotros podemos hacer
muy bonito este mundo que es nuestro
con las manos que Tú nos has dado, Señor.
Qué bonito sería, Señor,
si ahora mismo saliera a la calle
y al cruzarme con unos y otros dijera:
“Dame esa mano, amigo”.
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