Señor
y Dios nuestro,
nuestra
única esperanza,
no
permitas que dejemos de buscarte por cansancio,
sino
que te busquemos siempre
con
renovada ilusión.
Tú,
que hiciste que te encontráramos
y
nos inculcaste ese afán por sumergidos
más
y más en ti,
danos
fuerza para continuar en ello.
Mira
que ante ti están nuestras fuerzas
y
nuestra debilidad.
Conserva
aquellas, cura ésta.
Mira
que ante ti están nuestros conocimientos
y
nuestra ignorancia.
Allí
donde nos abriste,
acógenos
cuando entremos.
Y
allí donde nos cerraste
ábrenos
cuando llamemos.
Haz
que nos acordemos de ti,
que
te comprendamos,
que
te amemos.
Acrecienta
en nosotros estos dones
hasta
que nos trasformemos completamente
en
nuevas criaturas.
San
Agustín.
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