Para San Agustín, la búsqueda de la verdad siempre la hizo con grupos de amigos, nunca solo. Por eso, la amistad siempre fue tan importante para él. Descubrió que la verdad y el amor eran los cimientos de su vida. Tanto que llegó a decir que una de las cosas más importantes de la vida es aprender a amar. El corazón en este símbolo nos recuerda la importancia de esto.
Tanto es así que él escribe:
“De una vez por todas te fue dado un solo y breve mandamiento:
Ama y haz lo que quieras. Si corrijes, corrije por amor. Si perdonas, perdona por amor.
Si tienes en el fondo del corazón la raíz del amor! de esa raíz no puede salir sino el bien!”
(Comentario a la 1ª Carta de San Juan VII, 8)
Todos sentimos la necesidad de unión entre los compañeros de la clase, por eso, pidamos a Dios que prepare nuestro corazón para la amistad:
“Señor, manda y ordena lo que quieras, pero limpia mis oídos para que oigan tu voz; sana y abre mis ojos para que descubran tus indicaciones. Aleja de mí la ignorancia, para que reconozca tus caminos. Dime para donde debo dirigir mi mirada para verte a ti y, de ese modo, poder cumplir tus mandamientos”.
Ó Padre, haz que te busque sin incidir en el error. Que, al buscarte, nadie salga a mi encuentro en tu lugar. Sal tú, a mi encuentro, pues mi único deseo es poseerte. Y, si hay en mi algún deseo superfluo, elimínalo tu, para que yo pueda llegar a ti.”
(San Agustín – Soliloquios 1,5.6)
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