Gracias Señor, por estos pies soporte de mi cuerpo,
que me sirven de apoyo al caminar.
Me conducen allí donde deseo.
Pocas veces, Señor, caigo en la cuenta
de los maravilloso que es poder caminar,
poderme desplazar de un sitio a otro…
Hasta que un día descubro a un chico como yo
que tiene que llevarlo en silla de ruedas.
Le llevan, no va, no puede ir solo,
ni bajar escaleras, ni salir de paseo a la ciudad,
ni subir de excursión a la montaña.
Gracias, Señor, por las columnas de estas piernas
y el soporte de estos pies.
Es verdad que , aceces, doy un paso en falso
o tropiezo al caminar.
No siempre voy por buen camino,
pisoteo los charcos y me mancho de barro,
o se cubren mis botas de polvo del sendero.
Perdóname, Señor, mis malos pasos.
Condúceme, Señor, por tus senderos:
que camine entre el fango sin mancharme;
que prefiera la senda, escarpada y difícil, de tus montes
a la cómoda y ancha de las charcas de cieno.
Que tú seas, Señor, mi pastor y mi guía.
Que siguiendo tus pasos, llegue un día contigo a la casa del Padre.
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