"¡Tarde te amé, hermosura tan antigua, y tan nueva, tarde te amé!", escribió Agustín en sus Confesiones (X,38). La trayectoria que siguió hacia Dios fue más larga de lo que él hubiera querido, pero el Señor no demoró en transformar la pasión natural, la energía y la lucidez de Agustín para hacerlo un valioso servidor suyo y de la Iglesia.
Esta frase de San Agustín está íntimamente ligada a nuestro lema pastoral: "NUNCA ES TARDE".
Podemos amar a Dios desde lo que somos, hacemos, vivimos... Podemos transmitir a Dios desde nuestra identidad creyente más profunda.
Dios nos ofrece siempre una segunda y una tercera oportunidad:
Nunca es tarde para ser mejores, avanzar en nuestro compromiso como evangelizadores.
Nunca es tarde para creer en los demás, para ofrecer oportunidades.
Nunca es tarde para cambiar y ser mejores.
Nunca es tarde para la caridad, para ser solidarios con los que más lo necesitan.
Nunca es tarde para seguir los pasos de Jesús de Nazaret y tomar modelo de su vida y mensaje.
Nunca es tarde para retomar aquello que hemos dejado a medias y requiere de nuestro trabajo y responsabilidad.
Nunca es tarde para caminar con el objetivo claro de perdonar, acoger y amar.
Nunca es tarde para creer en los demás, para ser permisivos y para enviar un mensaje de paz y amor.
Agustín tardó en encontrar a Dios en su vida pero NUNCA FUE TARDE para que formase un grupo de creyentes que apostaban por Cristo y su Evangelio.
Las manecillas del reloj marcan la cruz central que irán marcando nuestro paso por el curso 2020-21. Solo desde la cruz será posible que nuestra vida sea plena y transparente aquello en lo que creemos.
Que esa cruz vaya marcando cada una de las horas, días y meses de nuestra vida, dependerá de nosotros.
¿Te animas a poner tu reloj en hora y dejarte llevar por el Amor de Cristo?
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